La armonía del Espíritu hace posible lo que a ojos humanos es imposible

En el marco de la Semana de oración por la unidad de los cristianos se ha celebrado, el día 23 de enero, una oración ecuménica en la Catedral Ortodoxa Rumana de Madrid.

Se encontraban presentes el obispo de España y Portugal de la Metropolis Ortodoxa Rumana de Europa Occidental y Meridional , Monseñor Timotei Lauran,
el delegado de ecumenismo de la Iglesia Ortodoxa Rumana , el Padre Ciprian, y también el Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de Madrid, D. Ángel Camino, así como hermanos de diferentes iglesias cristianas.

Al entrar en el templo a todos nos llamaba la atención la belleza del lugar, las pinturas de estilo bizantino que reflejan tan delicadamente nuestra fe (por ejemplo, el encuentro de Nicodemo con Jesús en la noche).

Sentimos la acogida cariñosa y fraternal de los hermanos ortodoxos ante nuestros ojos curiosos y sorprendidos.

La media hora larga de la letanía a Jesús fue una alabanza continua al Señor y sus atributos y se invocó la misericordia de Dios repetidamente para todos nosotros y el mundo entero.

Orar juntos, mirar juntos a Jesús, sentir juntos la mirada amorosa y misericordiosa de Dios, alabar el nombre de Dios, ese era el propósito de este encuentro.

Hemos hecho eco de las palabras del Salmista (Salmo 133): «Mirad cuán bueno es que los hermanos vivan juntos en armonía» Sí . La armonía del Espíritu que hace posible lo que a ojos humanos es imposible.

La armonía del Espíritu que hace posible lo que a ojos humanos es imposible.

En esta ocasión fue el P. Aitor de la Morena el que nos compartió una enseñanza inspirada en el lema de esta Semana de oración «Amarás al Señor, tu Dios….y a tu prójimo como a ti mismo.»

Y no hay retrato más fiel del corazón de Dios que en la parábola del buen Samaritano.
El corazón de Dios misericordioso es como el de aquel hombre, que lo deja todo para hacerse cercano al corazón del otro, que se inclina para escuchar al hermano, para implicarse en su necesidad.

Dice la palabra del Señor: «Los ojos de Dios están puesto sobre sus fieles» (Salmo 101) Y verdaderamente así ocurrió en este encuentro. Así lo sentimos. Esa mirada de Dios en cada uno, nos hizo ver la mirada de Jesús en cada hermano y nos hizo mirar a cada uno de ellos con el amor de Dios.

Damos gracias al Señor por ese momento de fraternidad y gozo lleno de la presencia del Espíritu Santo.

Queca Rosa Gito y Pilar Araguás Menéndez

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