LA MÚSICA INSTRUMENTO DE UNIDAD

por Luis Alfredo Díaz

Hace más de 40 años la editorial Paulinas – una de las más importantes editoras religiosas en lengua italiana y española – me encargó hacer un disco de música carismática. El movimiento carismático acababa de comenzar en la Iglesia Católica y la música era una de sus aportaciones más originales. Una música alegre, vibrante, dinámica, que inundó inmediatamente nuestras parroquias con una energía desbordante.

Yo había conocido esa música desde mi adolescencia. A los 15 años mis padres habían entrado en contacto con una pequeña iglesia pentecostal evangélica en mi país natal, Uruguay, y allí aprendí a cantar aquellos “ coritos “ – como los denominaban ellos – en sus animados cultos.

Incluí en el disco “ Ven Espíritu Santo “, que así se llamó el que iba a ser el primer disco carismático católico editado en español, un buen número de esos cantos, además de otros compuestos por mí. El disco tuvo una gran aceptación tanto en España como en Latinoamérica, y – lo más sorprendente – traspasó las fronteras eclesiales, porque también fue muy bien recibido por nuestros hermanos evangélicos, que no solo reconocían esos cantos como propios, sino que estaban agradecidos a Dios por poder escucharlos tan bien grabados (en aquella época, la actual «industria musical evangélica“ no había comenzado). No era extraño, entonces, que mi disco sonara, simultáneamente , en emisoras radiales tanto católicas como evangélicas.

Ha pasado ya mucho tiempo de aquel inicio musical carismático. Como antes decía, aquellas canciones «contagiaron“ nuestras celebraciones de alegría y vitalidad y ya son parte del repertorio habitual en nuestras parroquias. ¿ Quién no ha cantado «Alabaré, alabaré, alabaré “ o “Tan cerca de mí“ ( de mi propia autoría )? Lo más sorprendente , es que todas estas canciones son parte de un repertorio «providencialmente“ común en diferentes iglesias cristianas. Se puede hablar entonces, con toda propiedad, de un signo de unidad, propiciado por el propio Espíritu Santo.

En las últimas 20/30 décadas, la música carismática de “alabanza y adoración” ha tenido un desarrollo espectacular, principalmente en el contexto evangélico, donde se ha creado toda una «industria“, con compañías discográficas, agencias de organización de conciertos, etc. hasta llegar a que los Premios Grammys – el mayor reconocimiento artístico que ofrece la industria musical secular – instaurara el rubro de «música cristiana“ entre sus categorías.

Llegados a este punto, me gustaría comentar también algunas “ críticas “ que esta música ha recibido. La primera es una «supuesta superficialidad de las letras de las canciones“ y también un excesivo emocionalismo. Siempre hemos pensado que la seriedad o trascendencia que caracteriza nuestros actos litúrgicos ( sobre todo antes de los cambios litúrgicos propiciados por el Concilio Vaticano II ) eran un signo de identidad católica. El propio papa Francisco , antes de tener su cambio de actitud hacia la Renovación Carismática, solía decir: “¿Qué se habrán pensado estos carismáticos, que la Iglesia es una “Scola do Samba”? Actualmente, el mismo recuerda estas palabras de forma jocosa. Es importante hacer notar , que la música carismática no estaba pensada originalmente para animar celebraciones litúrgicas, sino grupos de oración.

Otro campo de conflicto es que algunos sectores eclesiales no ven con buenos ojos que se usen indiscriminadamente – sobre todo en la liturgia – cantos de procedencia evangélica. No debiéramos ser excluyentes en el uso de cantos que no contradicen la doctrina católica, por el simple hecho de que el autor del mismo no es católico (incluso si se llamara Johann Sebastian Bach). La música que escuchamos y usamos en nuestra pastoral, debiera ser seleccionada sobre todo porque es buena, y adecuada (especialmente si es para la liturgia) y este debiera ser el único criterio.

Me gustaría mencionar finalmente en este breve repaso de la música carismática, en el valor kerigmático de dicha música. La mayoría de la música que disponemos en la Iglesia, es música dedicada a la liturgia. Por eso una de las aportaciones más interesantes que la Renovación Carismática nos trajo, fue el poder cantar canciones extra-litúrgicas en contextos cotidianos. Escuchar música en el coche mientras se conduce, o de fondo, como hilo musical mientras se trabaja, es una verdadera bendición. Estas canciones están llenas de alabanzas a Dios y muchas veces son textos bíblicos que anuncian la fe y los valores cristianos en una sociedad cada vez más secularizada y profana.

Quedan en el tintero muchos otros aspectos que podrían haber sido tocados: la música en los medios de comunicación y especialmente en los últimos años, en las redes. La música y su dimensión terapéutica, sanadora, etc. Quedémonos, en este caso, para hacer justicia al título que se me dio, con la dimensión ecuménica y propiciadora de unidad en el Espíritu Santo. Gloria a Dios por ella, o como solía escribir en la cabecera de sus partituras el insigne Johann Sebastian Bach: SOLI DEO GLORIA .

El SNC CHARIS España está muy agradecido a nuestro hermano Luis Alfredo por su colaboración a la unidad con este artículo tan oportuno, y os remite a que si queréis saber algo más de él, de su música… podáis visitar sus redes sociales:

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