Creer en el Espíritu Santo ¿qué significa esto?

El Servicio Nacional de Comunión, CHARIS, desea unirse a todas las realidades carismáticas de la Corriente de Gracia de nuestro país y compartir, en estos días previos a Pentecostés, su deseo más profundo de pedir juntos: ¡¡Ven, Espíritu Santo y derrámate sobre nosotros, sobre tu Iglesia, sobre el mundo entero!!

Desde que fue compuesto en el siglo IX, el himno del “Veni Creator” ha resonado incesantemente en la liturgia de Pentecostés y en las asambleas cristianas, como una prolongada y solemne invocación del Paráclito. Como único himno antiguo en latín conservado por todas las grandes Iglesias nacidas de la Reforma, es un texto eminentemente ecuménico. Rico en intuiciones y en imágenes sugestivas, este himno es también un grandioso mural sobre el Espíritu Santo en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia:

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena con tu divina gracia, los corazones que Tú creaste.
 
Tú, a quien llamamos Paráclito, don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
 
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre, que inspiras nuestras palabras.
 
Ilumina nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
 
Aleja de nosotros al enemigo, y danos pronto la paz; sé Tú nuestro guía, para que evitemos todo mal.
 
Por ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos.
 
Gloria a Dios Padre, y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos. Amén.

Creer en el Espíritu Santo ¿qué significa esto?

A la luz del «Veni Creator» no significa sólo creer en su existencia abstracta, ni siquiera creer en su relación original con el Padre y el Hijo.

Creer en el Espíritu Santo significa creer que Él es el amor recíproco del Padre y del Hijo, su abrazo, su beso mutuo, todo gozo y alegría; y que gracias a él, el hombre está de alguna manera incluido en este intercambio entre el Padre y el Hijo.

Creer en el Espíritu Santo significa no sólo creer en la existencia de una tercera persona de la Trinidad, sino también en su presencia en medio de nosotros, en nuestros corazones, creer en la victoria final del amor, creer que el Espíritu Santo conduce a la iglesia a toda unidad del mismo modo que la conduce a toda verdad.

Creer en el Espíritu Santo significa creer en la unidad final de todo el género humano, aunque parezca muy lejana y tal vez solo escatológica; pues Él es quien guía la historia y preside “el retorno de todas las cosas” a Dios.

Creer en el Espíritu Santo significa creer en el sentido de la historia y de la vida; en el cumplimiento de las esperanzas humanas, en la plena redención de este cuerpo y del cuerpo mayor que es todo el cosmos, porque es el Espíritu quien lo levanta y lo hace gemir como en los dolores del parto.

Creer en el Espíritu Santo significa adorarlo, amarlo, bendecirlo, alabarlo y darle las gracias.

Gracias Espíritu Creador porque transformas constantemente nuestro caos en cosmos.

Gracias porque eres para nosotros el Consolador, el don supremo del Padre, el agua viva, el fuego, el amor y la unción espiritual.

Gracias porque eres Tú quien nos inspira a proclamar que Jesús es el Señor

Extracto de “Ven, Espíritu Creador” del P. Cantalamesa, prefacio del cardenal Ratzinger.

Deja un comentario