AYUDADME A QUE EL MUNDO VUELVA A MÍ

Del 31 de marzo al 4 de abril la comisión de intercesión de CHARIS internacional nos convocó a un curso de formación mundial de intercesión profética en Roma, bajo el lema de Ezequiel 22, 30 “Busco a alguien que se ponga en la brecha para evitar que destruya la tierra”. De todos los llamados pudieron acudir representantes de 66 países de todos los continentes.

Desde el comienzo tomamos conciencia de haber sido llamados por el Señor a vivir una experiencia de elección para una misión apasionante: orar en su compañía por los grandes anhelos de Dios. El Señor nos hace sus confidentes para compartir con Él en intimidad y tener en nuestros corazones lo que Él tiene en el suyo: cada alma. Él nos quiere con ojos puros, corazones limpios, vacíos de nosotros mismos para poder estar atentos a su voz e interceder por aquellas personas, situaciones y países que el Señor nos va mostrando.

Cuando Él nos da una misión nos da la gracia, solo hay que acogerla con fe y no tener miedo, sabiendo que si seguimos lo que Él nos muestra daremos fruto. Como decía el Arzobispo Francis Kalist: “lo que necesitamos es un amor genuino a Dios y a cada hermano que vive en este mundo, esto es suficiente”. Cyril John afirmaba que “la intercesión profética es el motor de la Iglesia”.

CHARIS, nacida del corazón del Papa Francisco, tuvo el privilegio de ir a orar en los Jardines Vaticanos donde se leyó la carta del Papa en la que nos exhortó “a ser testigos y artesanos de paz y de unidad, a buscar siempre la comunión…” Conmocionaba ver un rio de intercesores con las manos alzadas, rezando por el Santo Padre que tanto necesita de nuestra oración y pidiendo un nuevo Pentecostés para el mundo entero. Fue un momento de mucha escucha donde el Señor habló por medio de profetas.

Volvimos con el corazón ardiendo, deseando ser “los burritos que llevan a Jesús”, como nos decía Margot Romero. El soplo del Espíritu nos impulsa a compartir este regalo, pero experimentamos la impotencia de quien ha recibido un regalo tan grande que las palabras no alcanzan y que solo el testimonio de una vida radiante puede transformar a los hermanos. Finalmente, el testimonio de los participantes fue unánime: conversión a una vida generosa para Dios y así permanecer intercediendo en el corazón de la Iglesia.

Resuenan en nuestro corazón las palabras “ayudadme a que el mundo vuelva a Mí”… ¿Qué vamos a hacer para responderle?

(Reseña del encuentro de intercesión en Roma realizada por la comunidad Sagrada familia de Trillo)

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