
Este es el testimonio de Candida Gavazzi, a la izquierda de la foto junto a Pino Scafuro, que acudió a la CONFERENCIA MUNDIAL DE INTERCESORES, Yamusukro, Costa de Marfil, Basílica de Nuestra Señora de la Paz, del 2 al 5 de mayo de 2023.
Esta conferencia tenía como objetivo construir una red mundial de intercesores bajo el paraguas de la Comisión para la Intercesión de CHARIS, para orar por los desafíos emergentes en el mundo, la Iglesia y todas las naciones. Para conocer las profecías recibidas durante la Adoración: https://www.charis.international/es/propheties-conferencia-mundial-de-intercesores/
¿Qué servicio me empujó a ir a este encuentro?
Cuando comenzó el Curso de Formación Integral de CHARIS online, el grupo de intérpretes al cual pertenezco, fue convocado a traducir las conferencias de los ponentes que integran ese curso de formación. Así fue como descubrí las ponencias y cursos de formación respecto a la INTERCESIÓN de Cyril John.
Cyril John, nació en Kerala en la India y es el Coordinador de la Comisión Internacional de Intercesión de CHARIS. Sus cursos, conferencias y libros me impactaron y, tras algunos contactos, él me propuso trabajar en la traducción durante el Encuentro Mundial de Intercesores que él estaba planeando para este año de 2023 en Yamusukro, Costa de Marfil.

¿Qué ha sido lo que más te ha tocado, conmovido de esta experiencia que has vivido?
Hubo muchos momentos fuertes, mucho aprendizaje, nuevos vínculos y amistades que se fueron tejiendo en un clima de mucha fe, alegría, esperanza, pero donde las dificultades, el dolor y los problemas del inmenso continente africano se hicieron muy presentes en las enseñanzas, en el ambiente, incluso en los voluntarios de la Comunidad del Divino Amor que habían preparado el evento.
- Desde la acogida al aeropuerto de Abidjan, la capital, hasta la despedida, me impresionaran la paciencia y el buen humor demostrado por parte de las personas designadas para estos servicios y para acompañarnos a lo largo de toda la semana, incluso en momentos de desconcierto o contratiempos.
- Me encantó la primera misa en la Casa San Francisco de la Comunidad del Divino Amor, anfitriona del evento. Celebrada por el obispo de la India, Francis Kalist, cuyas homilías y enseñanzas me conmovieron profundamente , fue una misa de mucho recogimiento con un coro precioso y una entrega de ofrendas muy especial. Las mujeres africanas lucen una elegancia y una postura de exquisita belleza y feminidad.
- Muy entrañable fue el desfile de las Naciones, en el que participaron los 53 países representados en el encuentro. Las naciones africanas con sus distintas banderas y sus trajes típicos fueron lo más vistoso del día. Hay que decir que el ritmo, ¡el baile y el gozo que les sale de todos los poros es para ellos tan natural y espontáneo como es para otros el hecho de respirar!
- Otro momento importante fue el Cerco de Jericó del último día que fue un tiempo de intercesión en la Esplanada de la Basílica de Yamusukro. Al mirar esa marea de 1800 personas cantando, orando y marchando detrás de los obispos y sacerdotes que llevaban el Santísimo en procesión me acordé del Ejército de la Inmaculada que la Virgen estaría preparando para su victoria sobre todo el mal, según la profecía de San Maximiliano Kolbe. Eso fue al caer de la tarde, con una luna llena, espectacular y junto con Maite, rezando el Santo Rosario en latín, en cuanto caminábamos dando las 7 vueltas e intercediendo por el mundo entero para derrumbar las murallas del pecado que sumerge a todos los pueblos, ¡sentíamos con mucha fuerza la presencia de nuestra Madre Misericordiosa!
- Me impactó también el nivel de formación, de educación, de profesionalismo de un gran número de personas, incluidas las intérpretes locales, excelentes en su trabajo y muy atentas a las necesidades de los huéspedes extranjeros.


El Espíritu Santo ha estado ahí en todo momento, incluso en la incertidumbre que algunas veces nos angustiaba por no saber muy bien quien era responsable de la organización en determinado momento, del hospedaje, del transporte o de la comida. Pero, al final todo se solucionaba.
Había un equipo permanente de intercesión delante del Santísimo expuesto en una sala preparada como pequeña capilla adonde, de vez en cuando, yo buscaba el silencio y el recogimiento, algo que era imposible en el enorme anfiteatro en el que se desarrollaban las enseñanzas y donde el excelente ministerio de música animaba a los presentes.
Creo que veremos los frutos de ese primer encuentro de intercesores a lo largo de los próximos años. El Continente Africano es, sin duda, un semillero de nuevas vocaciones para la Iglesia, como también de santos y mártires que riegan a diario con su sangre muchas de esas naciones para que la fe no desfallezca en nuestro mundo y para que, por el contrario, la alabanza, la adoración, la evangelización y la oración de intercesión sigan creciendo para gloria de Dios y expansión de su Reino.
Candida Gavazzi
